jueves, 13 de diciembre de 2018

Maison Basset
Paris
Calendario 1849
De
Ignacio Diaz Triujeque
Imprenta de la Equidad
Calle Canoa # 13
Grabo
Dopter a Paris




CYDT Copyright ©


Un canivet est un genre particulier d'image pieuse ou image sainte (santini en italien) de l'iconographie chrétienne. Les bords et parfois l'ensemble de l'image sont traités (ajourés) pour imiter la dentelle. Le plus souvent, les motifs ciselés entourent une miniature peinte à l'huile, à la gouache ou aquarellée, représentant un saint, une sainte, ou illustrant une scène biblique. Ce type d'image, que l'on gardait dans les missels comme soutien dévotionnel, est en vogue aux XVII et XVIIIèmes siècles. À partir du milieu du xixe siècle, on va trouver en grand nombre des images imitant les vrais canivets : les « images dentelles » qui sont réalisées semi industriellement (estampage à la main de gravures taille douce sur une empreinte réalisant les reliefs et les découpures imitant la dentelle). Ces dernières images sont abusivement dénommées « canivets » par de très nombreux amateurs ou professionnels. Certains les qualifient de « canivets mécaniques », ce qui est mieux mais encore inexact.






Des images religieuses ont ensuite été produites sur papier (papier vergé puis vélin), surtout dans les monastères de femmes. Les canivets sont en effet « un travail de cloître » réalisés par des ordres religieux dans des cloîtres ou des « femmes pieuses » dans des lieux appelés « béguinages ». Ils étaient souvent offerts en remerciement aux donateurs.



Par la suite les découpages en dentelles se firent donc mécaniquement, notamment grâce à une technique de gaufrage avec perforation développée par la plupart des grands éditeurs français, au premier rang desquels la maison Bouasse-Lebel3 au xixe siècle, héritier de la maison Basset, Ch. Letaille, Villemur, Dopter, Turgis et de très nombreux autres, français principalement, mais aussi bavarois, suisses et pragois.



Maison Bouasse Lebel, rue de la Harpe, puis rue du Petit-Bourbon-Saint-Sulpice et enfin, rue Saint-Sulpice à Paris







La historia de México en el calendario de Ignacio Díaz Triujeque de 1851 y la obra de Prescott*
María José Esparza Liberal
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM


Los ejemplos gráficos sobre la historia de México que aparecen en los calendarios en la primera mitad de siglo XIX son escasos; algunos, muy pocos, se refieren a la Conquista y la Colonia, otros más bien a la época prehispánica, haciendo hincapié estos últimos en la grandeza de la civilización antigua a través de los restos materiales conservados o recreando representaciones a menudo bastante idealizadas.
Hay que señalar que en esta primera mitad de siglo XIX estuvo en auge la voluntad de difundir las obras de los ilustrados criollos sobre el pasado antiguo de México y así se publicaron una serie de libros, muchos adornados con grabados. Entre ellos, la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavijero, que, si bien fue escrita en italiano y publicada en Cesena en 1780-1781, pronto tuvo varias traducciones a otros idiomas (inglés y alemán), y hasta 1826 la casa Ackermann saca una edición en español con sus 21 grabados respectivos.1 En 1832, se vuelve a publicar, bajo el impulso de Carlos María de Bustamante, la obra de Antonio León y Gama Descripción histórica y cronológica de las dos piedras...2 de 1792, con los tres aguafuertes de Francisco Agüera, y en 1836 la imprenta de Juan Ojeda publica Historia antigua de México de Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, obra que permanecía inédita.3
La simultánea traducción del libro de Prescott, Historia de la conquista de México, se produce en un momento en que los conservadores buscan una incorporación del pasado colonial a la historia de México, el cual era excluido por parte de los liberales, como fray Servando Teresa de Mier y Carlos María de Bustamante. Estos últimos propugnaban que las raíces de la nación mexicana se situaban en la época prehispánica y la Conquista sólo representó un lamentable paréntesis. Los conservadores, por su parte, defendían que la personalidad nacional se fue conformando en la época virreinal por la adopción de la lengua, costumbres y religión del pueblo peninsular.5 Por estos años, 1844-1849, Lucas Alamán escribe sus Disertaciones sobre la historia de la República mexicana,referentes sobre todo al periodo colonial, en un afán de legitimizar esta parte de la historia, y se acompaña de 23 litografías.
La primera edición de Historia de la conquista de México de Prescott, que salió a la venta el 1° de noviembre de 1844, fue la preparada por el impresor Vicente García Torres, con traducción de José María González de la Vega y notas de Lucas Alamán, en dos volúmenes, con 46 litografías, la mayoría de Hipólito Salazar, bajo la supervisión de Isidro Rafael Gondra.6 Sobre las imágenes, Vicente García Torres, en la introducción, señala:
las imágenes que han parecido necesarias para la inteligencia de la historia, han sido corregidas cuidadosamente según se explicará en la noticia que se dará de ellas. Se han agregado muchas a las que puso el señor Prescott, cuyos originales me ha franqueado el señor don Isidro Rafael Gondra, encargado del Museo Nacional, quien ha tenido la bondad de cuidar de la exactitud de los grabados lito-gráficos que han si
Así que, a finales de 1850, Ignacio Díaz Triujeque lanza a la venta su calendario de 1851, que empezaba con las secciones características de este tipo de publicaciones, pero que incorpora dos litografías en donde, a través de 20 escenas, presenta diversos momentos de la historia de México.
De Díaz Triujeque contamos con poca información, y su producción de calendarios fue escasa. Aparece relacionado con Juan Ramón Navarro, otro impresor de la época, como encargado de la imprenta por un corto periodo, en enero de 1847, en el momento que imprime El Calavera14 En 1848 su nombre se encuentra asociado con la producción literaria y con la oratoria (un discurso fúnebre y dos composiciones poéticas).15 Para marzo de 1849, en el padrón levantado por el Ayuntamiento de la ciudad de México, se asienta que Ignacio Díaz Triujeque poseía un taller propio, llamado La Equidad, en la calle de la Canoa número 13, y que contaba con 20 operarios, incluyendo los aprendices. Además, se señala que era natural de esta ciudad, de 28 años y soltero.
Sin embargo, su primer calendario de 1850 sale de las prensas de Navarro, a pesar de contar ya con su propio taller. Este calendario está dedicado a presentar "El oráculo o el Libro de los destinos", con un texto que ocupa las dos terceras partes del mismo e incluye al final una hoja desplegable donde se puede practicar, por medio de preguntas y respuestas, el oráculo.
Al año siguiente, en 1851, Díaz Triujeque edita cuatro calendarios: el que lleva su nombre, con estas dos litografías mencionadas, y otros tres: uno dedicado a los niños, otro a las niñas y otro más a las señoritas. Esto nos muestra ya un segundo momento dentro del desarrollo del calendario en el siglo XIX pues se va especializando, y que los convierte en publicaciones dirigidas a un sector específico de la sociedad. Los tres son bastante modestos en su impresión; sin embargo, todos tienen una dedicatoria al principio y al final una litografía. El de las niñas incluye unas muestras para bordar y el de los niños unas muestras de letras inglesas para aprender a escribir, con lo que están claramente expuestas las diferencias de género y educación. El de las señoritas, verdadera miniatura de 5 X 4 cm, contiene una interesante litografía del ciprés realizado por Lorenzo de la Hidalga para la Catedral (figura 2), mismo que también fue reproducido en el calendario de Abraham López de ese año pero con notables diferencias en cuanto a la ejecución.
Es tradicional que estos calendarios de señoritas llevasen una dedicatoria a las damas para animarlas a su compra. En ella, Díaz Triujeque señala que ya los tiempos no son como antes, en los que el calendario era un presente para la mujer:
Solo en antaño se usaba,
"Que una dama sacaba
Por la celosía su dedo,
El amante le ponía
En él un brillante anillo..."
Y hoy no es así: un mocosillo
Que no vale un triste bledo,
A todas las dice amores,
Y su ofrenda es tan sencilla,
Que regala... una pastilla,
Un merengue o un suspiro;
Pero un Presente amistoso
De Cumplido, un calendario
De señoritas... ¡Canario! Pocos los dan






Este calendario, Díaz Triujeque propone venderlo a mitad de precio, es decir a medio real, con "Diez y seis planas/ en letra de perla y luego/ el Ciprés en medio pliego/ y en buen papel", augurando una venta de 10000 o más ejemplares. Es importante señalar esta capacidad de venta de los calendarios y de realizar amplios tirajes, que sin duda proporcionaba a los impresores buenas ganancias, lo que habla de una gran recepción, y por lo tanto del fenómeno de popularización de la imagen. No sabemos bien qué pasó con Díaz Triuje-que; para los siguientes años no tenemos registro de que haya publicado nuevos calendarios ni otras obras, ni tampoco encontramos trabajos salidos de su imprenta de la calle de la Canoa número 13. Su nombre se pierde en los archivos y bibliotecas, fenómeno bastante frecuente en esta época, donde muchas de estas pequeñas imprentas tuvieron una vida efímera.
Pasemos a analizar el Calendario de Díaz Triujeque para 1851. Además de contener las secciones características de todo calendario, como son las notas cronológicas, las témporas, los eclipses y el santoral, la mayor parte del mismo está dedicado a narrar la historia de México, desde el pasado prehispánico hasta la Conquista, acompañado de dos láminas que se despliegan y contienen diez escenas cada una a modo de pequeñas historietas. Son viñetas múltiples y de lectura con una cierta secuencia que nos recuerdan a los aleluyas españoles, y más tarde tendremos ejemplos semejantes en otros calendarios.16
El propio editor señala en su introducción:
me ha parecido conveniente comenzar a insertar, aunque en compendio (y continuar en los años venideros) los sucesos más notables de la historia de nuestro país, tomándolos de la más correcta y hermosa edición mexicana, que hasta hoy se haya visto en la República, y que ha publicado nuestro digno e ilustrado compatriota el señor D. Ignacio Cumplido, a cuyos afanosos e incesantes desvelos debe la nación los brillantes y rápidos progresos a que han llegado la tipografía, litografía y encuademación, &c. &c.17
Es así que Díaz Triujeque dice que va a tomar la edición de Prescott hecha por Cumplido como modelo para su calendario. En el calendario de Triujeque no hay retratos de los protagonistas, como ocurrió en la primera edición en inglés de Prescott, que entre las escasas ilustraciones incluye dos retratos de Cortés y otro de Moctezuma, y que las ediciones de Cumplido y García Torres acrecientan notablemente conformando una verdadera galería de personajes, sino que el calendario de Díaz Triujeque es más bien un relato visual de la historia de México, sacada de las litografías publicadas por Cumplido.
La primera lámina (figura 3) corresponde al mundo antiguo y el contacto con los españoles. Primero hace un reconocimiento de los conocimientos científicos, del adelanto de su civilización en cuestiones astronómicas, de su religión y su organización política; luego, las cuatro escenas de abajo muestran el proceso de evangelización y de vasallaje.

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